PERIODONTITIS:
INFECCIÓN PROFUNDA DE LA ENCÍA Y EL RESTO DE TEJIDOS QUE SUJETAN EL DIENTE.
Puede provocar la pérdida dentaria. Repercute en la salud general: aumenta el riesgo cardiovascular, diabético o partos prematuros.
Las consecuencias de las enfermedades periodontales
Las enfermedades periodontales pueden tener dos tipos de consecuencias, a nivel local (en la boca) y a nivel sistémico (en el resto del cuerpo). A nivel local, la consecuencia más importante es la pérdida de dientes, lo que produce efectos sobre la estética y sobre funciones como la masticación. Pero además puede causar sangrado de encías, mal aliento, retracción, movilidad de dientes, dolor,…
A nivel del resto del cuerpo, la presencia de gran cantidad de bacterias debajo de la encía hace que puedan pasar a la sangre y, ya sea directamente o por la inflamación sistémica que generan, afectar a otros lugares del organismo: aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, riesgo de tener parto prematuro, riesgo de descompensación de diabetes y otros.
Las causas de las enfermedades periodontales
Las enfermedades periodontales son infecciones causadas por bacterias situadas bajo la encía, en concreto, entre la encía y el diente. La acumulación de bacterias bajo la encía, organizadas en forma de placa bacteriana (ahora se denomina biofilm dental), conduce a la inflamación de los tejidos adyacentes, esto es, a la gingivitis (inflamación de la encía). Siempre que haya placa bacteriana, habrá algún grado de gingivitis.
La causa primaria de la periodontitis también son las bacterias del biofilm dental. Sin embargo, para que la gingivitis progrese a periodontitis, son necesarios más factores, que denominamos factores de riesgo:
- Bacterias más patógenas.
- Los factores genéticos (antecedentes familiares).
- Estrés, el consumo de alcohol, tener sobrepeso y, sobre todo, el tabaco.
- Enfermedades del resto del cuerpo, como la diabetes, la osteoporosis, inmunodepresión (trasplantados); infecciones por virus (VIH, herpes); cambios hormonales (embarazo, menopausia).
- La ingesta de ciertos medicamentos que producen un aumento en el volumen o en la respuesta inflamatoria de la encía.
- Los malos hábitos de higiene de la boca, junto con la ausencia de cuidados profesionales.
- Presencia de dientes mal colocados, empastes desajustados…
El diagnóstico de las enfermedades periodontales
Las enfermedades periodontales no suelen causar dolor o molestias intensas. El síntoma más frecuente es el sangrado espontáneo o durante el cepillado dental, aunque en pacientes fumadores es menos evidente. También puede aparecer pus en la encía, mal sabor o mal olor de boca, enrojecimiento de las encías, retracción de las encías y aspecto de diente más largo, aparición de espacios entre los dientes o cambios de posición de estos, hipersensibilidad a cambios térmicos (sobre todo al frío), dolor, movilidad de los dientes.
En todo caso, el diagnóstico de certeza sólo lo puede realizar el dentista o el periodoncista (dentista especialista en tratar los problemas de encías). Mediante un medidor que denominamos sonda, se evalúa si los tejidos periodontales están inflamados superficialmente (gingivitis) y si se ha producido una pérdida de los tejidos de soporte (periodontitis). Puede ser necesario, además, hacer radiografías para confirmar los hallazgos. Se puede complementar el diagnóstico mediante análisis microbiológicos (para identificar las bacterias patógenas), o mediante análisis genéticos (para evaluar qué susceptibilidad tiene el individuo ante la enfermedad).
Prevención de las enfermedades periodontales
La mejor forma de prevenir la periodontitis es mantener una correcta higiene bucal, para controlar los niveles de placa dental, pero en personas predispuestas, a pesar de una correcta higiene bucal, puede tender a producirse la enfermedad. La higiene bucal personal se debe acompañar de revisiones periódicas al dentista o periodoncista para que se pueda realizar un diagnóstico precoz de la enfermedad en caso de que se presente.
Para controlar la placa bacteriana en la boca, disponemos de dos tipos de métodos:
· Métodos mecánicos. Incluyen el cepillo manual normal y el hilo dental o los cepillos interdentales.
· Métodos químicos. Mediante colutorios para enjuague, dentífricos o geles, sprays,…, pueden aplicarse productos antisépticos para ayudar a los métodos mecánicos a controlar las bacterias de la placa.
La higiene oral adecuada debe llevarse a cabo después de cada comida. Además, es necesario realizar revisiones periódicas con su dentista o periodoncista para que verifique la situación de salud y para que se tomen medidas en el caso de que ésta no se mantenga, dado que la detección precoz de los problemas periodontales simplifica su tratamiento.
Consejos para la prevención:
– Cepilla tus encías y dientes con dentífrico 3 veces al día, usa seda dental o cepillos interproximales y enjuágate con un colutorio adecuado.
– Renueva tu cepillo cada 3 meses.
– Visita a tu dentista 1 o 2 veces al año (revisa tus encías y limpia tu boca).
El tratamiento de las enfermedades periodontales
En el caso de la gingivitis, es necesario limpiar las bacterias que se hayan acumulado, mediante la eliminación de la placa dental y el cálculo dental (también llamada tártaro o sarro, que es la placa mineralizada). Este tratamiento, denominado profilaxis profesional (o detartraje, o “limpieza de boca”), lo realizan los profesionales ontológicos, tanto el higienista dental, como el dentistas o el periodoncista. Además, es fundamental explicar cómo se deben cepillar los dientes y encías para mantenerlos limpios, y que no vuelva a aparecer la gingivitis.
En las periodontitis, el tratamiento se organiza en dos fases. En la primera fase, también llamada fase básica del tratamiento, se eliminarán las bacterias de las bolsas periodontales mediante un raspado y alisado radicular, que supone limpiar las bacterias, la placa y el cálculo de las raíces de los dientes. A veces, esta fase del tratamiento se acompaña del uso de antibióticos.
Sin embargo, en enfermedades agresivas o avanzadas, es necesario realizar una segunda fase de tratamiento, que consistirá en acceder a esas bolsas periodontales profundas. Esta fase se denomina cirugía periodontal. En ocasiones, durante la cirugía periodontal, también se pueden aplicar, de manera localizada, técnicas de regeneración del hueso perdido. Cuando el tratamiento activo termina, la enfermedad debe estar controlada. En este momento empieza la fase de mantenimiento, que es una etapa fundamental del tratamiento periodontal y la única manera de conseguir el control de la periodontitis a largo plazo. Las fases básica y quirúrgica son muy eficaces para controlar las bacterias y lograr la salud periodontal, pero estas bacterias tienden a recolonizar la bolsa periodontal desde otros reservorios bucales y, si no se actúa de forma adecuada, la enfermedad tiende a reaparecer tras algunos meses.
En cada visita de mantenimiento, el dentista, el periodoncista o el higienista dental le realizarán unas actuaciones protocolizadas consistentes en los siguientes puntos: verificación de la situación clínica diente por diente; valoración de su higiene bucal y eliminación del cálculo y bacterias de forma individualizada, según la situación de las diferentes zonas de la boca. Es importante destacar que el mantenimiento periodontal no es únicamente una profilaxis profesional (“limpieza de boca”), sino que se trata de una actuación médica individualizada adecuada a las necesidades de cada paciente.
La frecuencia de mantenimiento se define para cada caso particular, pero suele oscilar entre una visita cada 3 a 6 meses.
Información obtenida de la SEPA (Sociedad Española de Periodoncia)